Cotacachi «se va abriendo el camino»

Cotacachi ante el terremoto de 1868

En horas de la madrugada del 16 de agosto de 1868, Cotacachi es el epicentro de un terremoto de 7.2 grados que determinó el final de tres mil vidas humanas en nuestro cantón, quienes sobrevivieron tuvieron la solidaria actitud de rescate y dar sepultura a los cadáveres en fosas comunes ubicadas junto a la iglesia Matriz justo en el espacio donde actualmente funciona la Asamblea de Unidad Cantonal.

La mayoría de la población decidió no reubicarse a lugares más seguros, se quedaron con la plena convicción de no abandonar a sus finados, pero una pequeña fracción de sus habitantes migraron hacia la loma de Azama conocida en ese tiempo como Pambamarca y actualmente denominada como Inga Tola, la fuerza del sismo destruyó los caminos, los puentes y dejó zanjada una nueva topografía con gigantes quebradas como las de Alambuela, San Pedro, Topo, Morochos y deslizamientos de varias lomas, la más evidente es la de Muyu Urku al pie del Bosque Nativo de Peribuela en la parroquia de Imantag.

Una consecuencia curiosa de este terremoto fue el nacimiento cristalino del ojo de agua mineral dentro de la comunidad Ashambuela (piscinas de San José), agua en la cual los expertos tejedores kichwas descubrieron inmediatamente sus bondades químicas como un tenaz elemento para fijar el color del tinte de nogalina en sus tejidos, esencia que extraían de los frutos del árbol de tocte (Juglans neotropica) y sus hojas, pero inmediatamente como el concejo municipal se enteró, dio la orden para que los artesanos pagen un impuesto por usufructo del agua pura que nace de la tierra, debido a que eran terrenos de propiedad municipal, no en vano los antiguos decían en base a su experiencia, que la suerte del pobre dura poco, he ahí un botón de muestra.

Pero los agricultores, artistas y artesanos cotacacheños, nunca han sido mantas mojadas y le demostraron al mundo que cuando las fuerzas de la Allpa Mama (Madre Tierra) se mueven, nuestra gente también sigue su ejemplo y continua, como dice el sabio Yumbo taita Félix Cushcagua….“se va abriendo el camino”.

Es a partir de ese fatídico octubre del 1868 que Cotacachi no se permitió asumir el dolor para resignarse al sufrimiento, sino para hacer de este un motivo que determine reasumir ese proceso cultural y espiritual que vino fraguándose desde épocas prehispánicas, que resistió la absurda extirpación de idolatrías y el colonialismo, que logró sostener el conocimiento la memoria y el rito, que nacieron a partir de esta inolvidable fecha, generaciones ininterrumpidas de mujeres y hombres que estuvieron conscientes de la horizontal importancia de creer en este territorio y de no tener miedo para convertirse en custodios diversos de su memoria.

Pero no debemos estar pasivos ni conformes, porque los enemigos de este proceso social milenario abundan y se mueven como fantasmas, su odio se activa cuando ven que pueblo se organiza para continuar sosteniendo el legado de los abuelos, pero el pueblo es sabio y sabe que no se debe darles gusto, si Segundo Luis Moreno despertase nos acompañaría a que sigamos construyendo, inventando, creando, pintando, enseñando, bailando, ritualizando en definitiva resistiendo con amor y absoluta alegría.

Por: Lenin Alvear, colaborador Shimiec / Fotogrfía: Archivo Histórico 

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