Por Gustavo Olmedo León
Lo “personal es político”, es decir todo es política y una de las formas para hacer política, es la participación social, que subyace de la democracia, pero esa que define Lumis como: “el fundamento de todo discurso político… Concibe a la gente reunida en el espacio público, sin tener sobre sí el gran Leviatán paternal ni la gran sociedad maternal; sólo el cielo abierto-la gente que hace de nuevo suyo el poder del Leviatán, libre para hablar, para escoger para actuar”. O, quizá la que decía Marx en la Comuna de Paris, como la “alternativa práctica a la de representación” con pocas funciones pero verdaderamente importantes.
Por consiguiente, se devuelve al organismo social todas las atribuciones que son absorbidas por el Estado. Esta lucha puede ser a través de la participación que se construye desde la gente y de acuerdo a las necesidades propias del territorio, sin imposturas y rompiendo el pensamiento jerárquico proveniente desde las elites. En este sentido, lo importante para esta construcción es la autonomía, o mejor en palabras de Gustavo Esteva “las autonomías”, dejando de lado las reglas impuestas por otro, la heteronomía. Por ende, las propuestas planteadas que resultan de la propia población con sus criterios y sus necesidades, afirmando las prácticas de ontonomía (normas endógenas que están vigentes en todas partes) y de autonomía (cuando sus integrantes adoptan en consensos nuevas formas de convivencia).
Esto, llevado al contexto de Cotacachi, donde existe un proceso de democracia participativa que resulta del debate, discusión y consenso de las organizaciones sociales-también creadas-por atravesar una crisis previa, da como resultado un sumario rico de experiencias y convivires. Es así, que las organizaciones sociales creadas en todo el Cantón, son de mujeres, jóvenes, ambientalistas, artesanos y artesanas, campesinos y campesinas. Estos procesos de democracia participativa, jamás se construirán con un recetario que lleve a la cúspide a dicha organización social, solo el camino con la gente y desde el territorio permitirán seguir y construirse paulatinamente, obviamente con rezagos y dificultades. Estos caminares nos han enseñado a identificar los límites que ostenta la democracia representativa.
Estas experiencias de reproducción social tienen como puntos de inflexión la injerencia de las autoridades de turno, además de disputas territoriales con entidades foráneas. En el mundo real la democracia siempre ha sido elitista, eligiendo minorías, que deciden por los demás. Esta democracia representativa, demuestra lo que el régimen puede o no ofrecer, y con ello se evidencia la “ilusión democrática” en formas de despotismo. Para explicar, estas cuestiones, los grupos de poder determinan a las organizaciones sociales como vacías, hasta el punto de no tener respuesta porque el debate va muriendo de a poco. Estas circunstancias duras para la organización cotacacheña se identifica cuando pretenden cambiar su funcionamiento. Esta es la idea desde la perspectiva política de las autoridades de turno; con un fuerte componente autoritario, revanchista y falto de política. Jamás podremos cambiar la organización social espontánea, el solo hecho de imponer una ley que ya viene instaurada en otros territorios, es un error garrafal. El camino de la organización social es con la gente y en armonía con su territorio, sin fetichismo autoritario de cualquier economicista de turno.
En todo caso, el cinismo y desarreglo del alcalde de Cotacachi, con prácticas continuas de inyección de miedo y frustración aplicados a los de abajo, no es el camino para construir en palabras de Esteva “la democracia radical”. Como ejemplo de estas actuaciones, solo basta seguir las sesiones del Concejo Municipal, en donde el Alcalde demuestra “violencia política machista” frente a varias señoras concejalas como Ruth Almeida y Gladys Morocho. Está instaurado desde una perspectiva poco crítica del machito autoritario que confunde los tipos de violencia, solo cayendo en una cualidad muy bien ganada como misógino. Siempre, en estas relaciones de poder que disputa la política, las minorías no tendrían que buscar legitimidad en esa lucha. Es decir, las compañeras concejalas disputan en su cuestión legal y legítima su visión-cualquiera que sea- frente a una construcción unívoca propuesta por la jerarquía. No existe neutralidad, lo que existe es política, por ello, lo ideal es politizar absolutamente todo dentro de la sociedad y así disputar el poder. El conocimiento se hace entre todas las personas y no omnipresente desde un ser falsamente endiosado.
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